Gilles Tolède

Gilets jaunes 2018-2019, campesinos 2024, contradiciendo al capital globalista a nivel lingüístico

Ideas extraídas del libro

Le Serlado - La alternativa global para restaurar la soberanía de las naciones europeas.

Referencias del libro en https://serlado.org/

El movimiento campesino, a principios de 2024, en varios países europeos, entre ellos Francia, puede compararse al de los "Gilets jaunes" (movimiento de los "Chalecos amarillos"), en 2018-2019. Se trata de movimientos que se desarrollan esencialmente a escala local y nacional. Sin embargo, estos movimientos sólo podrán realmente tener éxito en sus reivindicaciones de forma duradera si se pone en marcha una alternativa internacional que se oponga resueltamente a la Unión Europea. Es la dimensión internacional, unida a las dimensiones local y nacional, la que proporcionará en última instancia la salida política necesaria.

En primer lugar, hay que admitir que la situación que prevalece en los países europeos es el resultado del estado del "capital" en Europa. Ha alcanzado su forma globalista, unida a la sumisión atlantista, estando ambos fenómenos íntimamente ligados. Ahora, en su fase globalista, el capital pretende borrar toda soberanía de las naciones de Europa y negar los intereses de los pueblos.
En estas condiciones, ¿cómo contrarrestar esta evolución deletérea?
Como los Gilets jaunes en su día, los campesinos que se manifiestan en 2024 toman el camino de la razón. ¿Qué puede haber más esencial que salvar las explotaciones agrícolas, tanto por el bien de las personas afectadas como por el del país? En primer lugar, hay que reconocer que la razón sólo puede pasar por el retorno a la soberanía nacional y a la democracia que la acompaña, aunque no todos los militantes de los movimientos de protesta se hayan dado cuenta de ello.
Sin embargo, cabe preguntarse si la razón por sí sola será realmente capaz de contrarrestar al capital globalista, encarnado por la pertenencia a la UE. En otras palabras, ¿no impedirá esta forma de capitalismo, combinada con el servilismo atlantista, que la razón se imponga en Europa? Desgraciadamente, es probable que así sea, y tenemos que admitir que la razón ha sido "superada" por el capitalismo globalista encarnado por la UE. Los últimos 40 años confirman esta hipótesis, ya que durante este periodo el globalismo y el atlantismo no han hecho más que acentuarse en Europa.
Una vez establecido esto, podríamos considerar que el "despertar de la razón" (a través de las soberanías nacionales) constituiría una especie de "paso atrás" en la evolución del capital globalista. Esto es lo que nos quieren hacer creer los grandes medios de comunicación. Desgraciadamente, esta visión indecente tiene cierta lógica. En efecto, el retorno a la soberanía y a la democracia pretende restablecer un estado anterior en el curso del capital que ha alcanzado su fase globalista en Europa.
Esta constatación podría ser desalentadora si no nos permitiera identificar la solución para superar este impasse.

Puesto que la razón (a través del deseo de soberanía nacional) parece querer volver a una etapa "superada" en el curso del capital globalista, tenemos que buscar una solución que se sitúe deliberadamente en la etapa a la que ha llegado el proceso capitalista y que, al mismo tiempo, intente desbaratarlo. Pero, ¿a qué corresponde esta etapa actual del capital globalista, tan bien encarnada por la UE?
Hay que recordar un punto fundamental: la concentración del capital a escala global va de la mano de la imposición de una única lengua hipercentral (en este caso, el inglés), como medio de intercambio comercial internacional y como elemento central del poder de influencia globalista centrado en la angloesfera. Es esta unicidad de la lengua hipercentral el principal determinante del capital y de la ideología globalista.
Desgraciadamente, la sola razón, que implica un retorno a la soberanía nacional, está hoy aprisionada en este determinante lingüístico primordial. Por consiguiente, centrarse únicamente en la razón equivale a intentar convencer al público, mientras permaneciendo  confinado en el código lingüístico hipercentral cuya unicidad es intrínseca al capital globalista.
Es de temer que este enfoque esté condenado al fracaso. Por eso los deseos de retorno a la soberanía nacional permaneciendo encerrado en este determinante primordial son tachados de "paso atrás" por los grandes medios de comunicación y por los políticos comprometidos con el globalismo. ¿Efectivamente, cómo se puede volver a un estado anterior de un proceso, permaneciendo prisioneros del código que determina ese proceso?

Sobre la base de estas observaciones, tenemos que idear una forma de contrarrestar radicalmente el proceso globalista, superándolo desde arriba, es decir, contrarrestándolo en su nivel más alto.
Hay que establecer una dialéctica a nivel comunicacional, rompiendo la unicidad de la lengua hipercentral. Concretamente, hay que introducir una segunda lengua hipercentral junto al inglés, para crear una alternativa global al capital globalista.
Esta alternativa comunicativa debe originarse en los países de Europa, porque es ahí donde falta la razón, ya que estos países pertenecen a la UE. El auge progresivo de esta segunda "hiperlengua", que contradecirá radicalmente al capital globalista, llevará a los países europeos (incluida Francia) a abandonar la UE, el euro y después la OTAN, y al mismo tiempo a crear un "marco internacional alternativo a la UE". Un "marco internacional alternativo a la UE" significa: un mecanismo de cooperación internacional con las siguientes características:
- ontológicamente diferente del globalismo y de la UE, mediante el uso de una lengua de trabajo distinta del inglés,
- excluyendo toda supranacionalidad,
- la creación de redes de activistas soberanistas de diferentes países europeos,
- albergando una estructura de consulta para los países con vistas a abandonar la UE, la moneda única y la OTAN,
- convertirse en un medio de cooperación interestatal internacional, una vez que los países hayan recuperado su soberanía,
- acogiendo como miembros a todos los países de Europa y del Mediterráneo,
- abierta a otros países interesados del mundo como socios,
- destinada a sobrevivir una vez que los países europeos hayan abandonado la UE.

La identificación de la lengua más creíble para convertirse en la segunda "hiperlengua" e irrigar este "marco internacional alternativo a la UE" es un tema de estudio en sí mismo.
La contradicción fundamental del capital globalista (a través del ascenso al poder de la segunda hiperlengua) debe verse en el contexto de una crisis cada vez más intensa en Europa, que exige reacciones radicales y urgentes. Esta urgencia va de la mano del pragmatismo, que requerirá recursos lingüísticos humanos inmediatamente disponibles para contribuir a este "marco internacional alternativo a la UE", utilizando la segunda hiperlengua como lengua de trabajo.
Por lo que respecta la esfera de la palabra escrita, las traducciones automáticas, que se han vuelto muy potentes, serán de gran ayuda. En cuanto a la cuestión de la comunicación oral, sigue siendo ineludible, en el marco de los futuros encuentros entre homólogos europeos que preparan la alternativa geopolítica.
La urgencia y el pragmatismo nos llevarán a buscar una segunda hiperlengua entre las grandes lenguas nacionales. Para tener éxito, esta lengua deberá cumplir al menos los siguientes criterios: ser una de las lenguas más habladas del mundo, ser autóctona del continente europeo y estar ya suficientemente extendida como segunda lengua extranjera. Será necesario responder rápidamente a la gran crisis social y política que se producirá en los países de Europa. En esta situación crítica, habrá que disponer inmediatamente de los recursos humanos lingüísticos necesarios. Desgraciadamente, estas consideraciones obligan a descartar una lengua construida, aunque este tipo de lengua sea mucho más fácil de aprender que una lengua nacional, como el Esperanto, el Interlingua o el IDO.
El cumplimiento de estos diferentes criterios llevará a los países europeos a eligir el español (castellano) como compromiso aceptable para el papel de segunda hiperlengua. El español cuenta con un gran número de hablantes nativos en todo el mundo. Está presente en Europa a través de España y del gran número de personas que lo aprenden como segunda lengua viva (como es el caso de Francia). Hay otras razones para elegir el español, pero no vamos a entrar en ellas aquí; puede consultar el libro "Le Serlado".

En conclusión, si quieren desembocar en un resultado político, las reivindicaciones (como las de los Gilets Jaunes en 2018-2019, las de los campesinos en 2024 y las futuras manifestaciones de este tipo) deben inscribirse en la perspectiva de una contradicción fundamental del capital globalista, apuntando al nivel comunicacional.
Concretamente, se trata de introducir una dialéctica a nivel lingüístico hipercentral, favoreciendo la emergencia de una segunda hiperlengua junto al inglés. A primera vista, el español es el mejor situado para desempeñar este papel. En torno a este código lingüístico alternativo se establecerá un marco geopolítico alternativo. Los aspectos simbólicos serán esenciales para poner en marcha el proceso.
De este modo, la razón se impondrá mediante el uso de un código diferente al del capital globalista y el atlantismo.